IN DUBIO PRO REO

 

Esta historia comienza un veintidós de noviembre de dos mil nueve en la localidad de Arona en la provincia de Santa Cruz de Tenerife en las Islas Canarias. Una niña de tres años se cae del tobogán mientras jugaba en un parque golpeándose la cara. Su madre y el novio de su madre la llevan al médico de guardia en la localidad de El Fraile en la isla de Tenerife. El doctor concluye que no tiene el tabique nasal roto, ni los labios, ni la dentadura y que en tres días estará corriendo como si nada. Le receta unos calmantes para el dolor. Al día siguiente, la tutora de la pequeña en el colegio, pregunta por los arañazos y la madre le explica lo sucedido el día antes en el parque mientras jugaba. .
Pero la cría sigue quejándose de dolores en la cabeza. Dos días después del accidente en el parque, mientras el novio de la madre baña  a la niña en casa, ésta se desmaya y deja de respirar. El hombre la lleva al médico de guardia en el centro público del Servicio Canario de la Salud, en la localidad de El Mojón. El médico intenta reanimar a la chiquilla sin éxito. Observando a la rapaza ve que tiene  pequeños moratones, con señales en la piel que interpreta como quemaduras y escribe que sufre desgarros en las zonas íntimas. El médico activa el protocolo de posible agresión sexual, con lo que el novio de la madre es detenido.
Posteriormente, el informe forense que se le practica en el Instituto de Medicina Legal determina que no existen lesiones de agresión sexual y que las quemaduras las produce la alergia a una crema. La madre de la pequeña nunca duda de la inocencia de su pareja en las declaraciones a las Fuerzas del Orden así como tampoco el padre de la nena.
El viernes veintisiete de dos mil nueve, la cadena de errores judiciales, médicos,  policiales y periodísticos tuvo como resultado un juicio paralelo a un hombre inocente de veinticuatro años  por parte de algunos vecinos de Arona en Tenerife y por diferentes medios de comunicación nacionales y locales españoles. Incluso un diario tituló su portada: “La mirada del asesino de una niña de tres años”.
Los titulares con gancho suelen atraer al gran público a la hora de comprar noticias (ya sea en forma de periódico, descargas de la red, ver la televisión o escuchar la radio) y los periodistas los utilizan para convencer a los lectores de la importancia de leer los artículos que ellos escriben.
Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa como reza claramente el artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos o como así mismo aparece en el artículo veinticuatro de la Constitución Española.
Gracias a la universalización de muchos medios de comunicación y a su continua expansión recibimos cada día una cantidad ingente de información. Las noticias se crean y mueren tan rápidamente que aceptamos como normal el cambio del status de una persona de  “presunto” a “autor” mientras contemplamos detenciones en directo, emitimos nuestro juicio personal y no nos interesamos más por el resultado final del proceso. No tenemos ni la paciencia ni el tiempo para querer saber lo que finalmente ha ocurrido. Los derechos a la intimidad, el honor, la propia imagen, la presunción de inocencia se pisotean por un malentendido derecho a la información.

PREGUNTAS:

  1. ¿Qué sinónimos de niña aparecen en el texto?
  2. ¿Qué es la presunción de inocencia y por qué no se ha respetado en este caso en particular?
  3. ¿Podrías relatar los hechos ocurridos pero utilizando las formas del pasado?
  4. ¿En qué consistió el error del médico y de los medios de comunicación?
  5. ¿Quiénes son los perjudicados y quiénes los beneficiados por este tipo de situaciones?

 

 

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